El sol de la tarde, Luis González de Alba

Luis González de Alba, El sol de la tarde, Quimera, Colec., Thélema, Núm., 7, México, 2009, 205 pp. ISBN: 978-607-00-2211-1. Precio: 190 pesos.


Luis González de Alba (Charcas, S.L.P., 1944) es escritor y periodista. Hizo sus estudios básicos en Guadalajara, donde vive actualmente. Estudió psicología en la UNAM, fue uno de los dirigentes del movimiento estudiantil del 68, motivo por el cual fue detenido en Tlatelolco y estuvo preso en Lecumberri; allí escribió su primera novela Los días y los años (1971). Es autor de los libros: Y sigo siendo sola (novela, 1979), El vino de los bravos (cuentos, 1981), Malas compañías (poesía, 1984), Jacob, el suplantador (novela, 1988), El sueño y la vigilia (poesía, 2006), Agápi mu (Amor mío) (novela, 1993), Cielo de invierno (novela, 1999), Las mentiras de mis maestros (ensayo, 2002), La orientación sexual (ensayo, 2003), Niño o niña (ensayo, 2007), El burro de Sancho y el gato de Schrödinger (ensayo, 2000), Otros días, otros años (novela, 2008) y Cuchillo de doble filo (novela, 2008), entre otros. En 1997 recibió el Premio Nacional de Periodismo por su labor como divulgador de laciencia. Colabora habitualmente en Milenio, Replicante, Letras libres y Nexos.


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El sol de la tarde comprende los 20 largos años que van del 1968 mexicano a la caída del Muro de Berlín y el desmantelamiento del comunismo soviético, poblados por personajes tan variopintos y complejos que hacen de la novela un agitado tour de force: de la masacre a la cárcel al exilio al retorno al activismo, unos a la guerrilla y otros al desencanto final. Es también la historia cargada de intensidad y desmesura del amor imposible entre Paco Torres y David Sánchez, educados hombres de izquierda con acentuadas diferencias ideológicas y distintas preferencias sexuales. A éste le gustan los hombres viriles y enérgicos, como Paco, y la idea de una transición pacífica a la democracia; a aquél le seduce la violenta posibilidad de la revolución tanto como los cuerpos lampiños de púberes de 13 años, a los que llega a acosar con la tenacidad y la imprudencia de un Humbert-Humbert de sexualidad desbocada. Una amistad entrañable que no se rompe por esa razón, sino por las divergencias insalvables en torno al país que se imaginan y los métodos que se deben seguir para alcanzarlo. Todo ello en medio de digresiones eruditas, confesiones dolorosas y discusiones ríspidas sobre la ideología como una religión, entre vívidas escenas del libérrimo underground homosexual de la Ciudad de México hasta la mortífera aparición del VIH.

-Rogelio Villarreal, Milenio semanal

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